Cambiar los sistemas que mantienen a la gente en la pobreza

significa cambiar una seria de elementos, más que cambiar

sólo uno o dos hechos aislados. Por ejemplo, un desempleado

no tiene dinero. La falta de dinero significa que no hay ropa o

alimentos para los niños. Los niños hambrientos tienen malas

calificaciones en la escuela. La enseñanza deficiente significa

que no encontrarán un buen empleo, lo que a fin de cuentas

los llevará a donde empezaron: sin dinero para comprar

alimentos. Cambiar este sistema requiere cambios de

actitudes atacando la raíz de los problemas.

Al llegar a Madagascar hace muchos años, el Padre

Pedro Opeka,CM. no podía creer la miseria que vio.

Se preguntó cómo miles de familias podían vivir en

condiciones desastrosas en medio de un tiradero de

basura.