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Para hablar de Luisa de Marillac, mística del Espíritu Santo, es importante comprender su camino.
Transcripción
Para hablar de Luisa de Marillac, mística del Espíritu Santo, es importante comprender su camino.
Cuando ella tiene su luz de Pentecostés, su vida de oración es rigurosa, tiene una relación austera con Dios que es, para ella, un Dios severo, difícil, etc. Cuando conoció a Vicente de Paul, él esperó al menos 3 años antes de enviarla a servir a personas en situación de pobreza. Sin embargo, en 1629, cuando ella inicia su primera visita a las Cofradías de la Caridad, se sentirá un poco abrumada y a mí siempre me ha sorprendido ver en sus escritos …en ella… una orientación totalmente diferente de su oración.
Mientras que ella rezaba a un Dios bastante exigente, más bien austero, vemos que a partir de 1630/31 se dirige a Jesús como Hijo de Dios, por supuesto, [pero] un Jesús en medio del mundo y cercano a las personas en situación de pobreza. Esto es lo que la guiará durante muchos años; es sólo mucho más tarde cuando ella habla del Espíritu Santo.
No sé si se refiere o no, a su luz de Pentecostés, pero ella describirá un poco toda la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en las Comunidades. (Esto es un poco difícil porque su lenguaje no es nada fácil y no quiero entrar en explicaciones). Pero vemos toda una evolución en el pensamiento de Luisa… así que no debe sorprendernos que nuestra relación con Dios pueda pasar por etapas totalmente diferentes a lo largo de nuestra vida en Comunidad.
Pienso que ella debió hacerlo también con las primeras Hermanas que vinieron a servir a las personas en situación de pobreza, llamadas por Vicente de Paúl o por los Padres Paúles o las Damas de la Caridad. Creo que tenían el deseo (cómo decirlo), de vivir como buenas cristianas… bueno, el siglo XVII no era muy preciso sobre esto en las parroquias.
Pero muy pronto, esto entrará en la mente de Luisa; ella instruiría a las Hermanas, las escucharía cuando volvían de sus servicios, vería con ellas las dificultades que encontraban, y las ayudaría a integrar sus servicios en una relación con Jesucristo.
Sor Elisabeth CHARPY